Envuelta en su cabellera de plata,
La luna vigila, insomne,
El baile del viento con los árboles del valle.
Observa, con sus grandes ojos,
El caminar grácil de un gato
Que rodea un muro de piedra;
El riachuelo le sirve de espejo
Y las estrellas,
De risa cantarina,
Sobre un lecho de nubes,
Quieren volar sobre las montañas,
Jugar con los cristales de nieve,
Rivalizar con sus brillos.
Abajo, las casas,
Minúsculas y grises,
Cierran los ojos de las ventanas;
Las luces se van apagando,
Una a una, como velas,
Agitadas por la brisa.
Selene
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